Al río había que ir y volver.
Y a los sitios se iba y se volvía andando. Después de disfrutar de un día de fiesta o de trabajar en las tierras, quedaba la marcha hasta casa; seguro que amenizada con charlas, recuerdos, canciones y algún que otro cotilleo ... ¡por qué no!
Como en el pueblo no hay prisa, un camino no lo es si no hay parada para descansar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario